El llamado de Dios a los esposos
Basado en 1 Pedro 3:7
Si bien la sección anterior de esta carta estaba dirigida a las esposas, Pedro no deja fuera a los esposos. Él también tiene un llamado divino, claro y contracultural para ellos. En una época en la que las mujeres eran vistas como propiedad o con menos valor, Dios, a través de Pedro, establece una visión elevada y honorable del matrimonio.
Una convivencia sabia
Pedro comienza diciendo:
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente…” (1 Pedro 3:7a)
La convivencia sabia implica más que compartir un techo: significa conocer verdaderamente a la esposa —su corazón, sus temores, sus sueños, su manera de procesar la vida— y vivir con ella en consecuencia. Este conocimiento no es para manipular, sino para amar mejor. El esposo debe comprometerse a entenderla, tanto en lo humano como en lo espiritual, para poder amarla eficazmente.
Como dijo Pablo:
“Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.”
(Efesios 5:28)
Dar honor a quien tiene gran valor
Pedro continúa:
“…dando honor a la mujer como a vaso más frágil…” (1 Pedro 3:7b)
Esta palabra “honor” tiene la connotación de algo valioso, precioso, de gran estima. El esposo piadoso reconoce a su esposa no solo como compañera de vida, sino como una joya que merece aprecio, ternura y respeto.
El texto también menciona que la mujer es “vaso más frágil”, refiriéndose a la diferencia física, no espiritual. Es una invitación a la empatía, a cuidar y proteger, no desde una superioridad, sino desde el amor sacrificial.
Coherederas de la gracia
Pedro prosigue:
“…como a coherederas de la gracia de la vida…” (1 Pedro 3:7c)
Esto es profundo: la esposa no es solo esposa, es hermana en Cristo. Ambos, hombre y mujer, son herederos iguales de la gracia de Dios. Esta verdad cambia la manera en que se ve el rol de la mujer en el matrimonio: no es inferior, sino copartícipe del llamado celestial.
Wayne Grudem lo expresa así:
“A pesar de que a los esposos se les ha dado gran responsabilidad en el matrimonio, sus esposas reciben por igual el privilegio espiritual e importancia eterna: son ‘herederos juntos’.”
Las oraciones que encuentran obstáculos
Pedro termina con una advertencia sorprendente:
“…para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1 Pedro 3:7d)
El trato del esposo hacia su esposa tiene implicaciones espirituales. Dios no se complace en un hombre que ora con pasión pero trata con dureza a su esposa. De hecho, ese mal trato se convierte en un obstáculo real en la comunión con Dios.
Charles Spurgeon escribió:
“Cualquier cosa que estorbe la oración está mal. Cualquier manejo de la familia, o deseo de un manejo, que está hiriendo su poder en la oración, hay una demanda urgente para hacer una alteración.”
Profundiza más
Esposo, ¿estás habitando con tu esposa con sabiduría, o simplemente compartiendo espacio?
¿La honras de verdad? ¿Tus palabras y acciones lo demuestran?
¿La ves como hermana en Cristo, coheredera de la gracia, o te comportas como si tú llevaras la delantera espiritual?
¿Cómo está tu vida de oración? ¿Podría estar siendo estorbada por la manera en que tratas a tu esposa?
Dios no separa tu relación con Él de tu relación con ella. Vivir sabiamente con tu esposa es parte esencial de caminar fielmente con el Señor.
Imagen: Klecio Oliveira