Dos Reyes, Dos Elecciones: ¿Qué Podemos Aprender de David y Salomón?
¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas, aun teniendo todo el conocimiento y la sabiduría del mundo, terminan alejándose de Dios? Esta semana, mientras estudiaba las Escrituras, me encontré reflexionando sobre las elecciones que hacemos en nuestras vidas diariamente, y me llamó la atención el contraste entre dos de los reyes más famosos de Israel: David y su hijo Salomón.
La Elección de Salomón: Sabiduría para Gobernar
Imaginen la escena: Salomón, joven y recién coronado rey, está ante Dios. Es uno de esos momentos cruciales donde tu respuesta puede cambiarlo todo. Dios le dice básicamente: “Pide lo que quieras”. ¿Qué pedirías tú?
En 2 Crónicas 1, vemos que Salomón pidió sabiduría para gobernar al pueblo. A primera vista, parece una elección increíble, ¿verdad? De hecho, a Dios le pareció tan acertada que no solo le dio la sabiduría que pidió, sino que añadió ciencia y riquezas como bonus.
Pero aquí viene la parte interesante – y algo triste – de la historia…
Cuando la Sabiduría No Es Suficiente
Con el tiempo, toda esa sabiduría y conocimiento no impidieron que Salomón se alejara de Dios. Si has leído Eclesiastés, puedes sentir su frustración. Todo ese conocimiento, en lugar de acercarlo más a Dios, lo llevó a un lugar donde todo le parecía “vanidad y aflicción de espíritu”.
Mientras estudiaba esto, me vino a la mente un versículo poderoso de 1 Corintios 13:2:
“Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.”
¡Boom! Ahí está la clave. Salomón tenía toda la sabiduría del mundo, pero le faltaba lo más importante: el amor – y sabemos que Dios es amor.
La Elección de David: Un Corazón para Dios
Ahora, veamos el contraste con David. ¿Sabes qué me encanta de David? Su elección siempre fue simple pero profunda: quería a Dios mismo. No los dones, no las bendiciones – quería al Dador.
David decía cosas como “mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos”. ¿Te imaginas? Este hombre prefería pasar un solo día con Dios que mil días teniendo cualquier otra cosa.
Y ¿sabes qué es lo más hermoso? Esta elección de buscar el corazón de Dios lo hizo:
- Sensible a la corrección divina
- Rápido para arrepentirse
- Un líder según el corazón de Dios
- Victorioso en sus batallas
La Lección para Nosotros
Mientras meditaba en estas historias, me di cuenta de algo crucial: no se trata de tomar decisiones “buenas” según nuestro criterio, sino de tomar decisiones que nos acerquen más a Dios.
Salomón escogió la sabiduría para gobernar – algo bueno en sí mismo.
David escogió la fuente de toda sabiduría – a Dios mismo.
Me hace preguntarme: en mis decisiones diarias, ¿estoy buscando los dones o al Dador? ¿Busco soluciones o busco a Dios?
Mi Oración para Nosotros
Hoy quiero compartir contigo esta oración que surgió de mi estudio: que en cada decisión, grande o pequeña, nuestra elección sea Dios. No sus dones, no sus bendiciones, sino Él mismo. Porque cuando lo elegimos a Él, todo lo demás viene por añadidura.
¿Qué piensas? ¿Cómo podemos asegurarnos de que nuestras decisiones diarias nos acerquen más a Dios? Me encantaría leer tus reflexiones en los comentarios.
Shalom, amigos. ¡Que Dios guíe cada una de nuestras elecciones!