¿Puedo hacer mía esta promesa?
Cómo entender y aplicar la Palabra de Dios hoy – PARTE 1
Una pregunta que a veces me he hecho mientras leo la Biblia es:
¿Cómo puedo aplicar a mi vida palabras que fueron dirigidas a otras personas, en otro tiempo, y bajo otras circunstancias? Por ejemplo, cuando leo promesas dadas directamente al pueblo de Israel o a personajes como Josué, me cuesta entender cómo esas palabras pueden tener algún significado para mí hoy.
Sé que Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, y creo que puede obrar en nuestras vidas con el mismo poder y fidelidad que mostró en el pasado. Pero, ¿no sería forzar el texto si digo que “esto es para mí”, cuando claramente fue dicho a otra persona? ¿Cómo discernimos correctamente cuándo una palabra nos puede hablar personalmente?
Interpretar no es lo mismo que aplicar
Una de las claves que me ayudó a entender esto fue aprender la diferencia entre interpretación y aplicación:
Interpretar es entender lo que el texto significó en su contexto original: ¿a quién se le dijo? ¿cuál era la situación? ¿qué quería comunicar Dios?
Aplicar es cómo ese mismo mensaje puede tocar y transformar nuestra vida hoy, sin alterar su significado original, pero sí reconociendo principios eternos y verdades sobre el carácter de Dios.
Por ejemplo, cuando Dios le dice a Josué “Esfuérzate y sé valiente”, no está hablándome a mí directamente, pero sí me muestra que Dios fortalece a los suyos cuando los llama a una tarea difícil. Y esa verdad sí puede darme aliento cuando atravieso retos propios, especialmente si sé que estoy caminando en obediencia.
¿Y qué pasa con Isaías 43:1?
Este versículo es un ejemplo precioso. Dios le habla al pueblo de Israel en un momento de dolor y exilio. Les recuerda que Él los creó como nación, que los redimió, que les dio un nombre, y que le pertenecen. Estas palabras están llenas de ternura y fidelidad. Pero, ¿puedo yo apropiarme de estas palabras, siendo que no soy israelita, ni viví en ese contexto? ¿Puedo decir con toda seguridad y certeza que Dios me llama suya?
La respuesta es: sí, pero con discernimiento.
Lo que este pasaje revela no es solo una promesa puntual, sino algo más profundo: el carácter de Dios. Y ese carácter no cambia. Dios es Creador, Redentor, y Padre amoroso. Y si bien estas palabras fueron dichas a Israel, hoy en Cristo nosotros hemos sido hechos parte de su pueblo (1 Pedro 2:9–10). Hemos sido redimidos, llamados por nombre, y podemos recibir con confianza las palabras: “Mío eres tú.”
Devocional: “No temas… mío eres tú”
Este pasaje me habla de tres verdades profundas:
Dios me formó. No soy un accidente. Fui creada con propósito.
Dios me redimió. En Jesús, fui comprada a precio de sangre. Soy libre.
Dios me llama suya. No soy huérfana ni anónima. Tengo identidad y le pertenezco a Él.
En momentos de miedo, inseguridad o cansancio, esta palabra se vuelve un refugio. No porque fue escrita directamente para mí, sino porque el Dios que la pronunció sigue siendo el mismo, y en Cristo ahora yo también soy parte de su pueblo. Esa es la base segura sobre la que puedo aplicar esta promesa sin torcerla ni sacarla de contexto.
Para meditar y profundizar
Si quieres profundizar en este pasaje puedes empezar con estas preguntas:
¿Qué revela este versículo sobre quién es Dios?
¿Qué dice sobre nuestra identidad como su pueblo?
¿De qué manera estoy viviendo hoy como alguien que le pertenece?
¿Qué temores necesito entregarle, recordando que Él me ha redimido?
“No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.”
Que esta palabra sea hoy un recordatorio de a quién perteneces.
Entender cómo aplicar correctamente la Palabra de Dios es esencial para una vida cristiana firme, bíblica y transformadora. No todo lo que leemos fue escrito directamente para nosotros, pero todo fue escrito para nuestro bien, para enseñarnos quién es Dios y cómo obra en quienes le aman.
Cuando conocemos el contexto y el carácter de Dios revelado en su Palabra, podemos acercarnos con confianza, sabiendo que sus promesas siguen vivas en Cristo para quienes creen. Así, textos como Isaías 43:1 nos recuerdan que no estamos solos ni olvidados: Él nos redimió, nos llama por nuestro nombre… y somos suyos.
✨ Este ha sido el primer post de la serie “Cómo entender y aplicar la Palabra de Dios hoy”.
📌 En el próximo artículo, te enseñaré cómo estudiar un versículo paso a paso usando el método inductivo, con una plantilla descargable que te ayudará a observar, interpretar y aplicar con más claridad lo que lees en la Biblia.
Y para cerrar la serie, hablaremos sobre reglas básicas de hermenéutica que todo creyente debería conocer para estudiar con fidelidad y profundidad.
➡️ ¿Ya te suscribiste al blog? Así no te pierdes las próximas entradas.
Guarda esta publicación y compártela con alguien que ame la Palabra tanto como tú.
Nos vemos en la próxima parte.
Imagen: Joice Rivas
5 June 2025 @ 11:16 pm
Ese pensamiento he venido a mi mente en varias ocasiones y prefería dejarlo de lado, la próxima vez intentaré encontrar la verdad eterna en cada palabra.
6 June 2025 @ 1:24 pm
Si, todos en algún momento nos hemos preguntado lo mismo sobre alguna palabra que leemos en la Biblia, lo importante para cambiar el pensamiento es pedir al Espíritu Santo que nos guíe en cada lectura de la Palabra y nos de entendimiento. Bendiciones!