Sujetos por Amor a Dios: Sufrir Haciendo el Bien
Basado en 1 Pedro 2:13–20
En nuestro peregrinaje como ciudadanos del Reino de Dios, también vivimos como extranjeros en esta tierra. Pedro ya nos recordó que somos un pueblo escogido, real sacerdocio, nación santa (1 Pedro 2:9), y ahora nos muestra cómo esa identidad se refleja en nuestra manera de vivir ante las autoridades humanas, nuestros compañeros de trabajo y toda la sociedad.
Sujetos a toda autoridad… por causa del Señor
Pedro empieza esta sección con una instrucción clara pero desafiante:
“Someteos por causa del Señor a toda institución humana…” (v.13).
No es fácil aceptar esta verdad, sobre todo cuando las autoridades no actúan con justicia. Y sin embargo, esta sumisión no se basa en lo que hacen ellos, sino en lo que somos nosotros: siervos de Dios. No se trata de si merecen o no respeto, sino de honrarlos por causa del Señor.
En tiempos de Pedro, el emperador romano no era un ejemplo de virtud ni un amigo de los cristianos. Aun así, el apóstol instruye a los creyentes a honrar al rey. ¿Por qué? Porque nuestra obediencia y buena conducta hablan del carácter de Cristo, no del carácter del gobierno. Somos llamados a callar la ignorancia de los hombres insensatos haciendo el bien (v.15).
Esto requiere una perspectiva eterna: entender que nuestra libertad en Cristo no es excusa para rebelarnos ni para hacer lo malo, sino un llamado a vivir como siervos de Dios (v.16). Es así como mostramos reverencia a Dios, amor a los hermanos, y respeto a todos, incluso al rey (v.17).
En el trabajo, una actitud que glorifica a Dios
Pedro continúa aplicando este principio al ámbito laboral. En su contexto, muchos creyentes eran esclavos o siervos contratados, y sus condiciones no siempre eran justas ni humanas. Aun así, Pedro les dice:
“Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar” (v.18).
Es un llamado contracultural: soportar injusticias no con resignación, sino con conciencia de Dios. Sufrir haciendo el bien es gracia delante de Él (v.19).
Pedro no dice que debemos tolerar el abuso sin límites. Pero nos recuerda que cuando sufrimos por hacer lo bueno, y lo soportamos confiando en Dios, estamos reflejando a Cristo. Y eso, delante de Dios, es aprobado.
¿Qué dice esto de nuestro corazón?
Este pasaje nos confronta. ¿Estamos dispuestos a hacer lo correcto incluso si no somos reconocidos? ¿Seguimos haciendo el bien, aun cuando nos traten mal? ¿Estamos más enfocados en que se haga justicia inmediata, o en glorificar a Dios?
Nuestra obediencia en estas situaciones no depende del mérito de otros, sino de nuestra identidad como siervos de Dios. No se trata de debilidad, sino de fuerza espiritual. No se trata de esclavitud, sino de verdadera libertad: la que nos permite responder con amor, aun en medio de la injusticia.
Preguntas para meditar:
- ¿Cómo reaccionas cuando una autoridad terrenal actúa de forma injusta?
- ¿Has justificado alguna actitud incorrecta bajo el pretexto de tu libertad como cristiano?
- ¿Cómo puedes reflejar el carácter de Cristo en tu lugar de trabajo o en situaciones difíciles?
Reflexión final
Pedro nos invita a vivir como verdaderos ciudadanos del cielo: obedientes a Dios, respetuosos con todos, firmes en la fe, pacientes en el sufrimiento, y siempre haciendo el bien.
“Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.” — 1 Pedro 2:20